jueves, 21 de enero de 2010

Nuevos talleres de narrativa y poesía

Carolina Lozada y Luis Moreno Villamediana anuncian la apertura de nuevos talleres en los géneros de narrativa y poesía en la ciudad de Mérida.

Los talleres serán sesiones semanales de dos horas y se iniciarán el 19 de marzo de 2010. Tendrán un cupo máximo de 10 participantes, razón por la cual habrá un proceso de selección previo.

Los interesados deberán enviar su material (cuentos y poemas) junto con sus datos personales y un breve texto donde expongan sus espectativas y aspiraciones con el taller. La fecha de recepción de los textos de los postulantes cerrará el 10 de marzo.

Para el género de narrativa el postulante deberá enviar un máximo de tres (03) cuentos a carolinalozada.ar@gmail.com, y para poesía un máximo de cuatro (04) poemas a lmorenovillamediana@gmail.com.

El objetivo de estos talleres es proporcionar las herramientas técnicas y teóricas para abordar la creación literaria.

Duración:
Narrativa: del 19 marzo al 18 de junio de 2010.
Poesía: del 20 de marzo al 21 de junio de 2010.
Horarios: de 4:00 a 6:00 pm.
Lugar: Av. Andrés Bello, sector Las Tapias (esta información será especificada más adelante para los talleristas seleccionados).
Cupo: 10 participantes.
Mensualidad: 60 Bs F.
Recepción de materiales: desde 21 de enero hasta 10 de marzo de 2010.

Para más información:
Tlfs: 0424-734-38-56 y 0274-271-32-78.

E-mail:
lmorenovillamediana@gmail.com, carolinalozada.ar@gmail.com
O escríbanos a laexpulsiondelparaiso@gmail.com.


Carolina Lozada (1974). Narradora. Licenciada en Letras (ULA). Ha publicado dos libros de cuentos: Historias de mujeres y ciudades (2007) y Memorias de azotea (2007), y un libro sobre cine venezolano: Luis Armando Roche (2008). Ha sido ganadora del Certamen de Relato Breve El País Literario (Madrid, 2005), del Premio de Literatura Solar (Mérida, 2007), y del Premio Municipal de Narrativa Oswaldo Trejo (Mérida, 2006). Ha obtenido mención publicación en las dos primera ediciones del concurso Salvador Garmendia. Actualmente escribe y administra, junto a Luis Moreno Villamediana, el blog de reseñas literarias 500 ejemplares. Y mantiene sus bitácoras personales Tejados sin gatos y Cine Fedora. Su libro Los cuentos de Natalia se encuentra, actualmente, en proceso de publicación por Monte Ávila Editores.

Luis Moreno Villamediana (1966). Poeta, traductor y crítico literario. Licenciado en Letras por LUZ donde se desempeñó como profesor. Realizó estudios doctorales en Literatura Comparada en la Universidad de Louisiana (EE UU). Ha sido profesor invitado en la ULA. Recibió el Premio Internacional de Poesía Pérez Bonalde (1997) y el Premio de Poesía de la Bienal José Rafael Pocaterra (1992). Ha publicado los poemarios Cantares digestos (1995), Manual para los días críticos (2001), En defensa del desgaste (2008) y Eme sin tilde (2009). Actualmente escribe y administra el blog de reseñas literarias 500 ejemplares con Carolina Lozada, y lleva el blog personal Humor vagabundo.

lunes, 11 de enero de 2010

Pedro Varguillas y Los poemas del payaso


Por Jairo Rojas*


A finales del siglo XVII, en Europa, las artes visuales se destinaban a una meta decorativa. Este cometido en el arte explica por qué la mayoría de las pinturas de aquella época se dedicaban a plasmar paisajes, naturalezas muertas o las llamadas fiestas galantes. En ese contexto, el pintor francés Jean Antoine Watteau presentaba la obra Gilles (1721). La pintura representa al bufón de la corte, al personaje que entretiene y divierte, salvo que Watteau en la pintura desvanece todas esas cualidades en detrimento de una proyección sicológica contraria a lo esperado de un arlequín donde la soledad y tristeza izan sus banderas de reconocimiento. Gilles fungía como isla frente a los motivos de aquella época (posteriormente llamada Rococó por los teóricos) pero que luego los pintores románticos supieron reconocer y valorar, sobre todo por lo que se dejaba entrever detrás de la máscara.

La pintura de Watteau viene a colación como una suerte de prefiguración del libro Poemas del payaso (2009), de Pedro Varguillas. En la pintura, lo mismo que en el poemario, la expresión se alcanza a partir del personaje al que refiere el título del libro. Varguillas construye el eje del poemario a partir de este personaje y llega a un campo de acción colmado de textos minimalistas que revelan una mecánica cautelosa, inclinada por la limpieza en los versos, sin títulos, sin signos ortográficos, lejos de cualquier abuso de giros retóricos para lograr líneas precisas como:

«El payaso
se hincha en su carpa
rompe la risa con sus labiales
hurga en lo siniestro
se hace diva
».

A partir del motivo temático se forma una cadena de poemas que exploran una intimidad o subjetividad, pero lejos del yo, a distancia de cualquier referencia contextual o de época, sin ánimos de trascendencia, poemas que se desenvuelven en un solo escenario bajo una voz y mirada neutra, casi impersonal:

«Payaso ríete conmigo
besa mis serpientes
tuti fruti y tamarindo
olvida el claustro
sonríe
sonríe desde dentro».

Este poemario alcanza una suerte de estética homogénea, donde la aparente simplicidad y brevedad responden a un obvio rigor conceptual que va dejando como único referente al lenguaje en sí:

«Payaso lo furtivo te persigue
careces de voluntad en el nombre
sumérgete en tu tierra
viste tu súplica en el instante».

Aunque esta austeridad en los textos y, sobre todo, el enmascaramiento al que se somete la voz poética trae el estremecedor vértigo de la crisis del sujeto y la presencia de la ambigüedad:

«Si el payaso no existe
si no existe el payaso
¿Dónde está el otro
el que infla los globos
el de las pesadillas de los niños?».


Hay que recalcar que la arquitectura de este libro la conforman dos partes: «Poemas del payaso» y «Bajo cielo». En este segundo apartado, los textos se apoyan en un espectro de temas que, a pesar de su dimensión conceptual, andan perfectamente contorneados por el lenguaje. Así, tenemos líneas de este tipo:

«No cuelgues tu imagen
sobre tus ropas
duele en las manchas de los colores».

La neutralidad del hablante se mantiene, no hay desesperación ni juicio, menos aún ecos colectivos o sociales, pero sí imágenes de una fuerza sutil:

«Ríndete
ante la gravidez de los metales».


En suma, Varguillas celebra en este poemario el compromiso con un lenguaje vecino al silencio para llegar, por medio de un idioma prudente, a un catálogo de imágenes de una eficacia frugal al momento de iluminar un micromundo subordinado a un motivo, pero capaz, a pesar de la reiteración del mismo, de caminar por las más diversas miradas humanas. Alcanzar lo conocido desde lo desconocido, ambiguo o enmascarado, e inclusive ser consciente de su arma hasta salir de ella:

«Mi poesía no te respeta
ni se respeta a ella misma
payaso temblor de lo hondo
existes por mí
Apágate
».


*Jairo Rojas, reciente ganador del III Concurso de ReSeñas organizado por la gente de Relectura en 2009, con su texto «Eme con censura» sobre el poemario Eme sin tilde de Luis Moreno Villamediana. Actualmente es estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Los Andes – Mérida, y lleva el blog http://dibujosalmargen.blogspot.com/.


Imagen: Gilles (1721) de Jean Antoine Watteau.