domingo, 25 de enero de 2009

El asombro combate a la costumbre


MARTÍN LÓPEZ-VEGA 12/04/2008

Rafael Cadenas (Barquisimeto, Lara, Venezuela, 1930) presume de lento. Por eso choca oírle decir que procura ser "un atento 'vividor del presente". La frase es de Machado. Él dice intenso en vez de atento. De paso redime la palabra 'vividor', que pasa a significar "vivir de veras cada momento". Asegura que detrás de su trabajo -lo llama así, "trabajo", no obra ni poesía- está "el asombro ante lo extraordinario que es todo, pero que no vemos así porque la costumbre nos lo impide y es muy difícil suspenderla".

Viajó a España para presentar la edición de su Obra entera. Venía de Venezuela y le seguían las noticias de allá. En internet es fácil encontrar ataques contra él por su postura contra Chávez. "Si me atacan a mí, que no tengo actividad política, imagínate cómo amenazan a los que sí actúan", afirma. "Es una especie de odium theologicum porque el régimen ha convertido el bolivarismo en una religión y combate como si fueran herejes a los adversarios". Hace ya más de 60 años desde que Cadenas publicó su primer libro, Cantos iniciales (1946). Su militancia comunista en plena dictadura le obligó entonces a exiliarse: "El militarismo ha sido en Venezuela, de tiempo en tiempo, una peste", dice con resignada amargura.

Es difícil encontrarle parentescos a Rafael Cadenas. Su poesía, despojada, parece tener la retórica por enemiga. "Lo es si se aparta de la veracidad. Estoy de acuerdo con Pound cuando dice que el poeta no debe dar informes falsos, pues 'arte inexacto es mal arte'. Simplemente, procuro serme fiel, pero si bien uno evita la gastada retórica, existe una preceptiva moderna aún informulada. Es la que puede desprenderse de lo que han dicho los poetas del siglo XX y del actual sobre sus poéticas, que están en gran parte llenas de evitaciones, de lo que no se debe hacer".

Derrota, su poema más conocido (un verdadero hit en Venezuela: de alguna forma conectó con el sentimiento de su generación), recuerda al Álvaro de Campos del Poema en línea recta. "A Pessoa lo leí bastante", admite. "Es posible que los primeros versos de ese poema hayan quedado en mi subconsciente, pero Derrota es un poema absolutamente distinto, que escribí en un estado de gran depresión. Mejor dicho, lo escribió un hombre joven de treinta y dos años que no soy yo, él es el responsable del poema que está lleno de quejas, 'la antigua maldición de los poetas', según Rilke". Cadenas insiste a menudo en que quien escribió los viejos poemas era otro. Más autores: "Mi interés en Karl Kraus se debe al valor determinante que le asigna al lenguaje y a su lucha contra la perversión que éste sufría. Escribí sobre San Juan de la Cruz porque su iluminación surge de un estado depresivo. En Whitman me interesa su 'conciencia cósmica', cercana al vedanta, su verso libre y su espíritu democrático. A través de Rilke me expreso mucho al intentar interpretarlo. En Milosz me atrae su posición ante la poesía, que considera incómoda porque 'nace cerca de las funciones que llamamos íntimas".

El primer poema de su Obra entera es toda una poética que viene a decir: si hay vida no importa que haya o no poema, porque lo más importante es la vida: el poema es entonces un "diamante incumplido". "La vida es el valor supremo. El poema dice: si es real tu vida / eres su encarnación. Real aquí significa tener conciencia del misterio omnipresente. Hölderlin dice que es poéticamente como el hombre habita en la tierra, ése sería el verdadero habitar. Para mí se trataría de estar cerca de la fuente. En Hölderlin ésta es la naturaleza creadora de todo, que él veía como una divinidad. Somos naturaleza -revestidos de cultura- pero lo que hacemos sigue siendo ella la que lo hace. 'La realidad es más extraña que la ficción' es una frase atribuida a Whitman, y eso es posible sentirlo". En la base de la poesía de Cadenas se adivina lo que podríamos llamar el cuestionamiento del yo. "No se trata de combatirlo, pues eso tendría que hacerlo el mismo yo, lo que terminaría fortaleciéndolo. Veríamos aparecer un yo tan fuerte que ha sido capaz de vencer al yo. Hasta daría miedo. Es el caso de algunos ascetas o fanáticos. Creo que la vía es verlo, vernos a fondo en nuestro vivir, pero tampoco para someternos a juicio por nuestras fallas. Este ver nos muestra nuestro condicionamiento, lo cual nos desabsolutiza. Desaparece el dictador".

Cadenas habla despacio. Podría uno pensar, en su presencia, que se halla ante un viejo maestro taoísta. En su libro de traducciones El taller de al lado ha incluido una serie de frases zen extraídas de textos de autores que en principio no tienen nada que ver con esa filosofía (Russell, Jung, Gide, Dickens...). "Lo hice para indicar que existen coincidencias inesperadas entre autores de mundos tan diferentes. En Filosofía y mística, Salvador Paniker explora lo que llama 'el taoísmo subterráneo de Occidente'. He leído mucho sobre todas esas corrientes orientales. Siento que somos manifestaciones diferentes de una energía; esto lo afirman el hinduismo clásico y la física moderna. Personalmente, no sigo ningún credo. Pienso que religiones, ideologías, nacionalismos, en vez de unir, dividen trágicamente a los seres humanos, como lo vemos y lo sufrimos todos los días. ¡Cuánta sangre se ha derramado en aras de esas iglesias! Todas las guerras son religiosas porque se deben a la absolutización de ideas".

Para acabar, le pregunto qué le hubiera gustado cambiar con un poema. La contestación no podría ser más reveladora: "La alegría". -

Obra entera. Poesía y prosa (1958-1995). Rafael Cadenas. Pre-Textos, 2007. 776 Páginas, 35 euros.

Extraído: http://www.elpais.com/articulo/narrativa/asombro/combate/costumbre/elpepuculbab/20080412elpbabnar_8/Tes


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